La Civilización Maya: Conflicto Histórico, Parte 2

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Luis Dumois

El libro del Chilam Balam de Chumayel es el más importante de los códices o manuscritos propiamente mayas que hasta hoy se conocen. Este libro recoge tradiciones orales de la historia maya; parte de ella, la llegada de los españoles al país:

“Solamente por el tiempo loco, por los locos sacerdotes, fue que entró en nosotros la tristeza, que entró en nosotros el ‘Cristianismo’. Porque los ‘muy cristianos’ llegaron aquí con el verdadero Dios; pero ese fue el principio de la miseria nuestra, el principio del tributo… la causa de que saliera la discordia oculta, el principio de las peleas con armas de fuego, el principio de los atropellos… ¡Ay! ¡Entristezcámonos porque llegaron!”

“Ellos [los españoles] enseñaron el miedo; y vinieron a marchitar las flores. Para que su flor viviese, dañaron y sorbieron la flor de los otros… No había Alto Conocimiento, no había Sagrado Lenguaje, no había Divina Enseñanza en los sustitutos de los dioses que llegaron aquí. ¡Castrar al Sol! Eso vinieron a hacer aquí los extranjeros. Y he aquí que quedaron los hijos de sus hijos aquí en medio del pueblo, y esos reciben su amargura.”

Los mayas resistieron mucho más de lo que los conquistadores imaginaron. México Tenochtitlan cayó en 1521. El mismo Hernán Cortés organizó y participó en una expedición que atravesó el Petén guatemalteco, corazón del área maya, en 1524. Pero la conquista del país maya fue larga y difícil. Fray Diego de Landa, en su Relación de las cosas de Yucatán, comenta

“Que los indios recibían pesadamente el yugo de la servidumbre; mas los españoles tenían bien repartidos sus pueblos que abrazaban la tierra.”

No fue hasta 1546 que los dos jóvenes Montejo, al mando del Adelantado Cortés, lograron sofocar la resistencia de la coalición de los caciques mayas del oriente. Con esta victoria llegó a su término la conquista de la península yucateca.

Quedaba únicamente un grupo maya independiente: la poderosa y bien organizada nación itzá, asentada en los alrededores del lago Petén-Itzá, dentro de la cerrada selva tropical del Petén guatemalteco. Tayasal, la capital de los itzáes, estaba construida en una isla, sobre el propio lago. La ciudad se mantuvo libre ciento cincuenta años más. Después de una cruenta resistencia, en 1697 fue finalmente aplastada y sometida al poder de la Corona española la última entidad política maya independiente.

Esto no trajo paz al territorio. Revueltas, sublevaciones y resistencia armada siguieron siendo el pan nuestro de cada día en el país maya. Las actas del cabildo de Mérida, de diciembre de 1761, hablan

“… del general y sangriento estrago que amenaza la Provincia con la causa de la sublevación de los indios de ella, los cuales se precipitaron al temerario arrojo de proclamar rey, con el nombre de Canek, a uno de ellos.”

Ermilo Abreu Gómez, en su poético Canek, pone en boca del héroe los sentimientos de rebelión que nunca se han ido de esta tierra, como no se ha ido el odio hacia el poderoso e injusto:

“Canek dijo: Los blancos hicieron que estas tierras fueran extranjeras para el indio; hicieron que el indio comprara con su sangre el viento que respira. Por esto va el indio, por los caminos que no tienen fin, seguro de que la meta, la única meta posible, la que le libra y le permite encontrar la huella perdida, está donde está la muerte.”

Después de la independencia de México, en 1821, la situación de los mayas, lejos de mejorar, se degradó aún más. La Guerra de las Castas, que desgarró al país maya desde 1847 hasta 1849, tuvo todavía secuelas y consecuencias en la llamada Prolongación de la Guerra de las Castas, entre los años 1853 y 1901. En 1935 todavía había grupos de cruzobs -como dieron en llamarse los rebeldes mayas de esta época, que seguían a la “cruz milagrosa” que les hablaba de la guerra santa contra los blancos explotadores- armados en la selva.

Y la historia sigue en el mismo tenor, hasta hoy. No es este un problema del México actual. La guerra en Chiapas es una cresta más en el mar de diferencias irreconciliables que siempre ha inundado las relaciones de los mayas con los blancos y sus descendientes.

Nos quedan, del pasado glorioso de los antiguos mayas, los restos de las ciudades, de los códices, de las estelas, de las ideas. Después de las épocas de apogeo, los centros ceremoniales fueron abandonados. Al marcharse los constructores, la naturaleza reclamó sus derechos. Las viejas ciudades fueron tragadas por la selva, y se perdieron, en muchos casos, hasta sus nombres. En 1696, una expedición en la que participaba el Padre Andrés de Avendaño, misionero franciscano destacado en Guatemala, se extravió en la selva del Petén. Después de días de espantosos trabajos, el Padre Avendaño llegó a las ruinas de una antigua ciudad:

“Entre estos altos montes que pasamos ai variedad de edificios antiguos, salvo unos en que reconocí vivienda, dentro, y aunque ellos estavan mui altos, y mis fuerzas eran pocas, subí (aunque con trabajos) a ellos.”

La descripción que acompaña al relato no deja lugar a dudas: el Padre franciscano fue el primer europeo que vio Tikal, el más grande de todos los antiguos centros mayas.

Desde la conquista del Petén, muy poco se añadió a la historia de las ciudades mayas. Pero entre 1839 y 1841, John Lloyd Stephens, viajero y arqueólogo aficionado norteamericano, junto con Frederick Catherwood, dibujante inglés, visitó dos veces el país maya y publicó posteriormente dos libros extraordinarios: Incidentes de Viaje en Centroamérica, Chiapas y Yucatán (1841), e Incidentes de viaje en Yucatán (1843). Ambos tomos estaban ilustrados con los magníficos dibujos de Catherwood. Según el profesor Sylvanus G. Morley, famoso arqueólogo y estudioso del mundo maya, estas obras, “todavía hoy, después de cien años, continúan siendo los libros más amenos que se han escrito acerca de la región maya.”

La publicación de estos libros despertó un gran interés por la cultura maya en todo el mundo, e inauguró la era de las expediciones e investigaciones modernas sobre la civilización más importante de nuestra América indígena.

Mucho se ha estudiado y escrito sobre los antiguos mayas. Pero los mayas de hoy viven todavía en condiciones que los empujan a la violencia, sea ésta válida o no. La tentación de simplificar las cosas y de olvidar la historia y de buscar culpables aparentes es muy grande. La guerra en Chiapas no se explica nada más al nombrar a unos cuantos “manipuladores oportunistas”, o “guerrilleros marxistas”. No basta ver la opresión y el despojo material -terribles, sí- como causas de la rebelión. Todos estos ingredientes pueden estar presentes en el caldo, pero éste viene cocinándose desde hace siglos, al calor de las diferencias raciales, de la discriminación del indio y de la discriminación del blanco, del odio entre castas, del enfrentamiento de dos culturas diametralmente opuestas, y de la lucha por la tierra de los ancestros.

Si queremos una solución para Chiapas, y para el resto de la nación maya, tendremos que encontrar en la solidaridad y en la comprensión, en los conceptos de persona y de prójimo, la respuesta a los problemas que aquejan a los herederos de esta gran cultura.

Mientras tanto, en la huella de la piedra y en la argamasa de estuco vive todavía el testimonio de este antiguo universo. Las imágenes del pasado que presentamos hoy aquí bien pudieran servir para recordarnos la primera lección de la Historia:

Nada es eterno en este mundo. Todo pasa.

Dumois. Septiembre de 1998.


Referencias:

De la Garza, Mercedes, y León-Portilla, Miguel,
Literatura Maya.

Compilación de textos: Popol Vuh, Memorial de Sololá, Libro de Chilam Balam de Chumayel, Rabinal Achí, Libro de los Cantares de Dzibalché, Título de los Señores de Totonicapán, Las historias de los Xpantzay, Códice de Calkiní. Biblioteca Ayacucho. Caracas, Venezuela, 1980.
ISBN: 84-499-1303-9.

Landa, Fray Diego de,
Relación de las cosas de Yucatán.

Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. México, 1994.
ISBN: 968-29-6033-9.

Stephens, John L.,
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Morley, Sylvanus G.,
La Civilización Maya.

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Chichén Itzá. La ciudad de los brujos del agua.

Fondo de Cultura Económica. México. Cuarta reimpresión, 1991.

Montemayor, Carlos,
Chiapas, la rebelión indígena de México.

Joaquín Mortiz. México. Segunda reimpresión, 1997. ISBN: 968-27-0695-5

MAYA INDEX / ÍNDICE

Published or Updated on: January 1, 1999 by Luis Dumois © 1999
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